En esta segunda serie de estudios sobre la relación padres-hijos, y viceversa, se aborda esta importante problemática con rigor y fidelidad a la Revelación bíblica y teniendo en cuenta las aportaciones científicas provinientes del campo de la Psicología.

El tema es de una importancia relevante, y tiene una gran trascendencia para el desarrollo de una familia homeostática (equilibrada psico-emocionalmente) que enriquezca a cada uno de sus miembros y contribuya a su desarrollo biológico, ético, anímico y espiritual. En muchos países del mundo occidental se han ido perdiendo valores que redundan en una metodología didáctica muy pobre, aplicada a la educación de los hijos, y en una desestructuración ética y espiritual de sus progenitores. En esta serie de estudios se trata de cómo deben relacionarse padres e hijos en el marco y ámbito de una educación integral. Se consideran los factores y circunstancias que contribuyen a un óptimo desarrollo psico-somático de los hijos. La labor fundamental de los padres es formar personas; por consiguiente éstos deben de tener una formación adecuada para saber como orientar a sus hijos en una dirección trascendental y trascendente en su devenir existencial. No debe de existir ningún tema tabú, que no pueda ser tratado en la relación padres-hijos e hijos-padres. Los padres tienen que educar sin maltratar a sus hijos y éstos deben de respetar a sus padres, más allá de la niñez y la adolescencia. También los padres deben de estar alerta cuando un niño/a empieza a buscar el sentido de la vida y el de la posible trascendencia metafísica del ser. Los padres creyentes deben de consultar a Dios cómo debe de ser la educación de sus hijos. El ejemplo más paradigmático de la relación padres hijos lo tenemos en la familia de Jesús de Nazaret. Hay que educar a los hijos/as con autoridad y eficiencia, pero sin interferir el desarrollo de su propia personalidad. Hay que tomar conciencia de que los hijos/as son herencia de Dios, y que nos lo confía para que los cuidemos y eduquemos conforme a su voluntad. Hoy en día existe una excesiva permisividad que no contribuye a un desarrollo psico-afectivo y psico-emocional de nuestros hijos. Los padres deben de educar más con sus hechos que con sus palabras.